miércoles, 22 de octubre de 2014

30.1802.02 LEIRE en el Diccionario Geografico Historico de la Real Academia de la Historia

LEYRE, célebre monasterio cisterciense de la advocación de S. Salvador, situado dentro del reyno de Navarra en los confines de Aragón, sobre una áspera montana que se eleva por la banda del e., por la qual confronta con la villa de Tiermas, que dista una legua, por
s. y o. con la ciudad de Sangüesa a distancia de 2 leguas y media, y a la misma por o. con la villa de Lumbier. El rio Aragón que se introduce por aquí en Navarra dirige su curso por la parte del s. del monasterio a cosa de media legua; y al n. hay una sierra elevadísima que se desprende de los Pirineos del valle de Roncal. En el monte de S. Viril, en el qual permanecen vestigios de una ermita, y hay una fuente llamada del nombre de aquel santo, se encuentran mineros de hierro y cobre, de ocre, cristal montano, pórfido, oromia y muchas conchas petrificadas; y así en éste como en los otros montes que rodean al monasterio, hay bastantes encinas y robles, con cuyo fruto se mantienen 70 u 80 cerdos, y abundan los pastos, en los quales se crían 25 yeguas, 30 vacas, 24 bueyes y 3500 Cabezas de ganado lanar, que en el verano sube al Pirineo a disfrutar las yerbas que por privilegios reales, concordias y sentencias pertenecen al monasterio dentro de Francia en tierra de Sola. Sin embargo de ser el terreno áspero, quebrado y pendiente, puesto en cultivo y abonado con estiércol, produce buenas cosechas, y rinde ocho por uno de los frutos que se siembran. A distancia de una legua del monasterio tiene una granja llamada Cortes, que aunque la baña el rio Aragón, no se riega con sus aguas. En dicha granja hay mas de 700 peonadas de viñedo, 150 robadas de tierra blanca, y una porción de olivos; y calculados los frutos que se cogen en ella y tierras próximas al monasterio, ascienden a 500 cargas de vino, 80 arrobas de aceyte, 450 cargas de trigo y 150 de cebada, habas y otras legumbres. Las rentas que actualmente tiene el monasterio apenas llegan para mantener 30 religiosos; pues de todas sus antiguas donaciones no le han quedado sino las décimas de las iglesias que llaman de la Cuenca de Pamplona, y son las de Ororvia, Lizasoain, Marcalain, Garzariain, Añezcar, Oteyza, Garrues, S. Esteban de Hugarte, Egües, Elcano, Urroz, Meoz, Salinas, Idocin y Zabalza. Estas décimas las arrienda el monasterio, y deducidas las congruas de vicarios y sirvientes, le rinden como unos 1® ducados de plata. Es verdad tiene otras iglesias que administra por sí mismo, con el objeto de acopiar el trigo que necesita para su abasto, y son las de Villaveta, Artieda, Navasqües, Igal, Izalzu, Yesa, Liédena, con los quartos de Guesa, Sárries, Vidangoz, Garde, Roncal y Burgui, a que se agregan los derechos o tributos que le pagan varios lugares, y llegaran con corta diferencia a 40 cargas de trigo. De las propiedades que tuvo en Aragón solo le quedan la villa de Tiermas, que en 1200 le dono el rey D. Pedro II, la de Undues, Fillera, el Real y Anues. Es muy notable esta diminución de rentas, si se comparan con las muchas que percibía antiguamente de los pueblos que eran de su señorío, y con la grandeza del monasterio, al qual estaban sujetos o incorporados otros muchos, de los quales apenas se ha conservado memoria. No parecerá fuera de propósito poner aquí la lista de unos y otros, según se ha remitido del monasterio, para satisfacer la curiosidad de los eruditos aficionados a nuestras antigüedades.

Pueblos que fueron del señorío de Leyre.

YFSSA                                            ARGILLOZ
BENASA                                         ORRADRE
LERDA                                           CORTES
AÑUES                                           ALDEA
OYARDA                                        RIVAS
S. ESTEBAN DE SIERRAMEDIANA      DONDON
APARDUES                                     ESCANIZ DE YUSO
NAVARDUN                                    ZABALZA
ÁDUAIN                                         IDOCIN
BRI9AS                                          GARRUES
ORORUJA                                      BESOLLA
SACAR                                           ADERIZ
VILLANUEVA                                  ARASCUES
SANTA MARIA                                UNZU INFERIOR
MENTOSA                                      MARCARIAN
BOZO                                            ALDUNATE
BEOD                                            S. SEBASTIAN
SALCE                                           LIEDENA
PREZOLAZ                                     YEQUEDA
ERUCA                                          BERIAIN
BELZUNZA                                     LEGARDA
CAMPANAS                                    S. MARTIN DE AZPA
NARDUES                                      S. VICENTE
CANELAS                                      ARIZ
ZUAZU                                         SARRAMIANA
LARRAÑETA                                  UNDUES
ORICAIN                                       TIERMAS
ARRARIAIN                                    EQUISOAIN
TONDONIA                                    NAGILZ

Iglesias y monasterios que por donaciones  reales y particulares pertenecieron a Leyre.
Isusa
S. Agustín de Larrasoaña
Santa Colomba de Uriberri
Santa Maria dMontdierra
Bayacua
Antulla
S. Pelayo de Garisuri
S. Juan de Aspurz
Irrumendi
Santa Maria de Oztariz
S. Esteban
S. Martin de Domeño
Genefreta
S. Miguel de Iriberri
S. Salvador de Ibañeta
Santa Maria de Ezcaroz
Oyarda de Yuso
S. Martin de Larrabe
Santa Maria de Roteceno
Gentelifontes
S. Juan
Santa Maria de Zabalza
S. Miguel de Mercosa
S. Martin de Viztuñiga
Zayazarra
S. Miguel
Santa Maria de Irzu
S. Tirso de Arrabia
S. Angel de Egurzanu
Zalurribar
Berantevilla
Obecurri
Izizuloa o Izalzu
Arrosa
Apignaniz
S. Jorge de Bustiniana
Santa Maria de Villanova
Santa Maria de Egazteguia
Bermudurt
Odieta
Zubiri
Santa Maria de Arbonies
Santa Cruz de Abaiza
S. Juan de Ollafereyra
Aristu
Santa Colomba de Aspurz
S. Cristóbal de Izalve
S. Salvador de Ardanaz
Lisave
Santa Marta de Indurain
S. Roman de Miranda
Santa Maria de Elcart
S. Babil
S. Julián de Carbonera
S. Miguel de Eusa
Santa Engracia de Urdax
Santa Eugenia de Adansa
S. Vicente de Berganza
S. Juan de Oteyza
S. Vicente de Igal
S. Andrés de Uncastillo
S. Juan de Peña
Santa Marta de Elizaverria
Burdaspal
Villatuerta
S. Miguel de Isniela
S. Cosme y S. Damian
S. Martin de Rocal
S. Vicente de Cirsa
S. Andrés de Villaescusa
Santa Maria de Irzu
S. Esteban de Hugarte

Leyre es un monasterio que por su agria y costanera situación no iguala en magnificencia al de Fitero, Oliva y otros de Navarra. Su iglesia es añadida o retocada, y con ser de tres naves el tercio perteneciente al altar mayor, el resto es de una sola. Aquel altar es de buen gasto de talla, y al lado del evangelio están los cuerpos de las santas Nunila y Alodia en una arquilla de marfil con inscripciones arábigas y varios relieves que demuestran una cacería, y se conoce que no se hizo para contener lo que encierra. En otra arquilla se conserva el cuerpo de S. Viril o Virila, abad de este monasterio y del de Samos en Galicia a principios del siglo X. Tiene altar en la parte vieja de la iglesia; pero es moderno, porque arruinaran el antiguo, y no saben dónde lo pusieron. En los testeros de las naves colaterales hay 2 retablos nuevos sin dorar. Enfrente de S. Viril está el panteón de los reyes de Navarra, en alto, a modo de tribuna, y es de madera pintada con filetes dorados. Se leen los siguientes nombres de príncipes, que se supone estar enterrados en él: Iñigo Garcés; Ximeno García; Iñigo Arista; Garcia Iñiguez; Fortunio VIII; Sancho Abarca; García Sánchez; Sancho García; Garcia Sánchez; Ramiro XIII; Andrés príncipe; Martin Febo príncipe, y siete reynas. Estos cuerpos, si todos son de los reyes que se expresan, pues el libro de la regla de Leyre que contiene el catálogo de los reyes enterrados allí no se puede salvar de muchísimos errores, estuvieron antes al lado izquierdo del altar mayor en un arco cerca de la sacristía en la nave de la epístola. Allí se encontraron en 1613 dos grandes sepulcros, en uno de los quales solo se halló un cadáver, y en el otro 15 juntos, descubriéndose entre los huesos pedazos de telas texidas de oro, plata y seda de color morado, azul y verde, con trozos de madera labrada en forma de cetros reales, y otros de marfil en figura de empuñaduras de espada sin ninguna inscripción. Al reconocimiento de todos estos despojos se halló presente el grande investigador de nuestras antigüedades D. Fr. Prudencio de Sandobal, obispo de Pamplona, con otros personages. Saliendo de la iglesia, delante del coro hay un enrejado de hierro, y en medio sobre el suelo un sepulcro liso. Se removió años pasados con la idea de hallar el cuerpo de S. Marcial o Marciano, obispo de Pamplona a principios del siglo VIII; pero no se hallaron sino dos divisiones en dicho sepulcro, y se cree sirvió antiguamente de depósito de las santas Nunila y Alodia. En este trozo de la iglesia al lado de la epístola hay un excelente altar de S. Bernardo de principios del siglo XVII, según el ayre de arquitectura, y la imagen del santo en alto relieve es primorosa. Casi enfrente está el altar de las santas mártires Nunila y Alodia trabajado en 1638, de una escultura nada despreciable, y hay en él reliquias de dichas santas. Por el lado de este altar se baxa a la iglesia subterránea de tres naves sostenidas de arcos que descansan sobre sus capiteles, y unos trozos de columnas de tercia y de menos. Hay un altar de S. Babil, y en algunos relicarios multitud de reliquias pequeñas. Esta iglesia, que sin duda fue la primitiva, sirve de entierro a los religiosos. EI quadro antiguo  del monasterio, que está al lado del evangelio, se halla abandonado, y la sala, en que se celebró el famoso concilio de Leyre, sirve hoy de pajar, porque se ha hecho nueva fábrica al otro lado donde viven los monges.
La fundación del monasterio es inmemorial, ni se puede fixar su primera época. En la iglesia principal a la parte exterior permanece una lápida que mira al norte, donde se halla grabado en caracteres antiguos; A. 6. II. Er. Fulcherius me fecit. Un monge curioso interpreto así esta inscripción; Anno sexcentésimo undécimo Ericus Fulcherius me fecit. La interpretación carece de fundamento sólido por los números arábigos impropios de aquel tiempo, y que se pondrían después que se introduxéron en España. Sandobal, Moret, Yepes, Mabillon y D. Luis Salazar hacen al monasterio de Leyre anterior a la entrada de los moros, y el ultimo pone su fundación hacia el año 574, contra lo que asienta Ferreras. La verdad es que habiendo otros monasterios en España anteriores a la irrupción sarracénica, qual el Agaliense de Toledo, el de Zaragoza, Cumpludo en el Vierzo, el de Samos que ya existía en el siglo VI, reynando los suevos en Galicia, según consta por la inscripción hallada modernamente y publicada por el maestro Risco en el tomo XL de la España sagrada, y otros muchos que sería ocioso referir, no es repugnante, antes bien se hace verosímil la fundación del de Leyre en tiempo de los godos, supuesto que ya en escrituras del siglo IX se declara su existencia desde algunas centurias atrás. Por eso le de Oihenart la preferencia en antigüedad sobre todos los monasterios de Navarra, sin excepción de los que S. Eulogio menciona en su famosa carta a Wilesindo, obispo de Pamplona, escrita año 851, entre los quales no hay motivo para dudar hubiese algunos anteriores a la entrada de los moros, qual el Urdaspalense, Serasiense, Igalense y de S. Zacarías. Si vetust at em et regum affectum attendamus, jure sibi primum locum vendicat Legerense S. Salvatari sacrum. De ahí también el llamar D. Sancho el mayor en un diploma de 1022 al monasterio de Leyre: primum et antiquissimum, jusque regium et praecordiale totius regni mei monasterium.
S. Marciano, o sea Marcial, obispo de Pamplona al tiempo de la invasión sarracénica, que asistió al XVI concilio toledano celebrado en el año 693 por su vicario Unicomalo, es tradición constante atestiguada en varias escrituras haber muerto y estar sepultado en Leyre; con que ya para entonces existía el monasterio. Hacia el año 840 S. Eulogio mártir de Córdoba visito dicho monasterio, según consta de la citada carta escrita al obispo de Pamplona Wiselindo después de su regreso a Córdoba. En ella dice que se detuvo muchos días en Leyre, quando peregrinaba a Francia, y que conoció en aquella casa excelentes varones temerosos de Dios, y saluda a su abad que a la sazón era Fortunio. Mas nada expresa sobre la regla de S. Benito, siendo vano el empeño de Sandobal, que en las notas marginales a dicha carta supone ya se observaba para entonces en Leyre y demás monasterios que S. Eulogio visito en Navarra. Lo cierto es que la regla de S. Benito se había establecido en Leyre muchos años antes del de 1022, según veremos después por un diploma del rey D. Sancho el mayor. Iñigo Arista reedificó este monasterio, e Iñigo Garcés asistió a la traslación de los cuerpos de las santas Nunila y Alodia, que se hizo desde Huesca, donde padecieron martirio en el año de 851, a S. Salvador de Leyre día 18 de abril de 880, y no de 842, según Garibay, Sandobal y otros, a la qual concurrieron también el obispo Wilesindo y la reyna viuda Dª. Oneca. El mismo día hizo donación el rey al monasterio de los lugares de Yesa y Benasa, y el obispo de la mitad de las tercias de la Valdonsella, Pintano y Artieda. En las escrituras de Leyre se señala la era 880, que es el año de 842; pero habiendo sido el martirio de las santas Nunila y Alodia en el de 851, como refiere S. Eulogio y resulta de las actas y breviario de Leyre, debe tomarse la era por año. Al tiempo en que se hizo la traslación de dichas santas era abad de Leyre D. Fortuño, deudo de la reyna D.* Oneca, aquel mismo de quien habla S. Eulogio en la carta a Wílesindo, y las actas de la traslación. De ahí sin duda se originó el error de hacer monge de Leyre al rey D. Fortuño Garcés, a cuya fábula dio lugar el incauto monge del mismo monasterio que escribió en el libro llamado de la Regla un catálogo de los reyes sepultados en aquella casa con hartos despropósitos, como el de suponer enterrado en Leyre a Iñigo Arista, habiéndolo sido en el monasterio de santa Justa y Rufina, trasladado al de S. Vitorian, como mas largamente se dice en el artículo de Navarra. Siendo Leyre el mas antiguo y principal monasterio de Navarra, donde a veces residían los monarcas con su corte, empezando desde Iñigo Arista a establecer allí a temporadas su domicilio, se empeñaron a porfía en dotar y enriquecerlo con aquella liberalidad y profusión tan común en los reyes y otros potentados de aquel tiempo. Desde el año de 880 hasta 1230 son infinitos los diplomas y privilegios que concedieron en favor del monasterio. Excedió a todos D. Sancho el mayor, en cuyo tiempo llego Leyre a ser, como dice el mismo, corte y corazón de su reyno; jusque regium et praecordiale totius regni mei. La catedral de Pamplona destruida y asolada, como añade el mismo rey, por naciones bárbaras, hacia años se había traslado al áspero y montañoso sitio de S. Salvador de Leyre, sin que se sepa el tiempo fixo de esta traslación, aunque con algún fundamento puede reducirse al reynado de Iñigo Arista. Entre las donaciones hechas por el rey D. Sancho al monasterio de Leyre, entonces catedral de Pamplona y silla de sus obispos, sobresale en grandeza la que en 17 de abril de 1014 hizo al mismo monasterio catedral de la villa de S. Sebastián en Guipuzcoa con sus parroquias de santa Maria y S. Vicente y monasterio de S. Sebastián el Antiguo con sus diezmos, primicias, ofrendas y demás derechos: Damus et oferimus ipsi Deo et sanctis pracnominatis, et monasterio Leyerensi, et vohis spiritiuali patri et magistro nostro Domno Sanctio episcopo et monachis in eo habitantibus in Dei servitio praesentibus ac futuris in finibus Ernani ad litus maris monasterium unum, quod dicitur Sancti Sebastiani cum parochia sua, et illam villum quam antiqui dicebant Izurum, cum eclesiis suis, scilicet Beatae Mariae et Sancti martyris Vincentii..  decimis, primitiis et oblationibus, et cum omnibus omnino pertinentibus eidem monasterio étc. Añade en seguida: Si quid forte in praedictis ecclesiis Sanctae Mariae, scilicet, et Sancti Vincentii juris episcopalis fuit hucusque liberum et ingenuum in praescripti Leyerensis coenobii perpetua stabilitate permaneat jus et servitium. Este singular privilegio fue confirmado por otro del rey D. Pedro Ramírez de Navarra v Aragón en 1101, el qual existe en el becerro de Leyre, f. 328, añadiéndose en el ultimo la donación la pardina de Oróztegui con las aguas del rio Urumea. No hay ningún documento en los archivos de S. Sebastián por donde conste si la donación del rey D. Sancho el mayor tuvo efecto quanto a la villa y las dos parroquias de santa Maria y S. Vicente. Pero S. Sebastián el Antiguo se sabe haber pertenecido a la mesa capitular de la catedral de Pamplona hasta el año de 1543, en que se desmembró de ella por bula de Paulo III, dada en Perusa con expreso consentimiento del obispo D. Pedro Pacheco y cabildo de la catedral, para fundar el convento de dominicas, quedando la parroquia del Antiguo aplicada a su orden. Los arcedianos de tabla de la misma catedral de Pamplona estuvieron hasta mediados del siglo XVI en posesión de los 22 seles del valle de Urumea, y aun lo están al presente de la parroquia de S. Pedro de lgueldo; y no descubriéndose otro título por donde llegaron a pertenecer a la iglesia de Pamplona, sin duda son restos de la magnífica donación hecha por D. Sancho el mayor de la villa de S. Sebastián y sus iglesias al monasterio de Leyre, entonces catedral de Pamplona.
En la dicha donación, así como en otras escrituras, se hace mención. de S. Viril, abad de Leyre, que floreció en el mismo monasterio a fines del siglo IX y principios del X, y fue reformador del de Samos cerca de Lugo. Es el mismo de quien se cuenta la fábula, que no merece otro nombre, de haber estado oyendo cantar al paxarillo 100 o 200 años arrobado en éxtasis y contemplando aquello del salmo: Mille anni tanquam dies hesterna quae praeteriit, y que al volver a Leyre desconoció al convento y los nuevos monges a él. Este supuesto prodigio, tan divulgado en muchos libros, se halla desacreditado en el mismo monasterio, cuyos religiosos confiesan no tener mas fundamento que una vulgar tradición sin ningún apoyo en los monumentos de su archivo. Solo se conservan las memorias del culto que siempre ha tenido allí el santo, y encima de la puerta de lo que ahora es granero se ven unas armas que son un báculo de abad, y sobre él un paxaro que pudo dar margen a este cuento.
Ya se dixo que la observancia y regla de S. Benito se había introducido en Leyre antes del año de 1022. Con efecto así lo supone un diploma de D. Sancho el mayor, expedido en 21 de octubre del mismo año, donde hablando el rey con su maestro D. Sancho, obispo de Pamplona y abad de Leyre, le encomienda el dicho monasterio con todas sus decanías y posesiones que los rey es antecesores habían concedido a S. Salvador, a las santas vírgenes y mártires y a la regla de S. Benito. Añade el rey que noticioso de la observancia monástica en que florecía el monasterio de Cluni, había hecho traer de allí al abad Paterno y otros monges para que estableciesen la misma regla en S. Juan de la Pena y en Leyre. Todo esto dice el rey en el concilio celebrado en Leyre el mismo año y día, y en seguida encarga al obispo asista al que se había de juntar en Pamplona el año inmediato para tratar sobre la restauración de la sede lruniense o Pompelonense con los bienes de la iglesia de Leyre; Ut de bonis ecclesiae Leyerensis reaedificetur et renavetur destructa sedes Iruniensis. Iruña o Iruñea llamaban a Pamplona los vascongados de aquel tiempo, que también lo eran los reyes de Navarra, siendo su idioma el vascuence, y lo mismo la llaman hoy día los vascongados modernos del propio reyno. De hecho celebróse el concilio en Pamplona o Iruna a 29 de setiembre 1023, y se ordenó el establecimiento de la regla canónica en la catedral, y que para lo sucesivo se eligiesen los obispos de entre los monges de Leyre. Por haber muerto el abad obispo D. Sancho en 26 de marzo del siguiente año de 1024, no se verifico por entonces la restauración de la catedral Iruniense. Emprendióla y no la acabo su sucesor en el obispado y abadía de Leyre D. Sancho II, según consta de un privilegio del rey D. Sancho Ramírez concedido al monasterio de Leyre y copiado por Sandobal. Este D. Sancho II o el menor, que se intitula obispo de Pamplona y Náxera a un mismo tiempo, por conservar la memoria de los beneficios que la catedral de Pamplona había recibido del monasterio de Leyre, entabló perpetua hermandad entre los canónigos de aquella y monges del mismo monasterio, por manera que las iglesias de Pamplona y Leyre se tuviesen por una misma, y que quando moría algún canónigo o monge se sufragase su alma con siete misas y vigilias, siete libras de pan y otras tantas eminas de vino (medida o ración llamada con este nombre en la regla de S. Benito) y con una comida de limosna a los pobres. De ahí el aniversario que en 22 de marzo se celebraba en Leyre por los canónigos de Pamplona, según se nota en su calendario antiguo; Undecimo kal. Apilis; in crastina die fiat officium pro fratribus ecclesiae Pampilonensis. Muerto el obispo D. Sancho II hacia el año de 1054, le sucedió en el pontificado D. Juan, que tan presto se intitula obispo de Pamplona, tan presto de Leyre y a veces rector de la iglesia de los Navarros: Joannes ecclesiae Navarrensium rector, porque las iglesias de Pamplona y Leyre componian una misma catedral u obispado, que era el de Navarra. Sucesor de D. Juan lo fue en 1068 Belasio o Blasco, asimismo abad de Leyre, el qual en una escritura de 3 de abril de 1076, por la que libertó a los de Errazu de algunos derechos que pagaban al monasterio, se firma: Episcopo Dono Blasco in Irunia et in Leyeri.
Hasta aquí había sido como hereditaria la mitra de Pamplona en los abades de Leyre; pero en 1078 el rey D. Sancho Ramírez, ora por razones políticas, ora por necesidad hizo recayese en su hermano el infante D. Garcia, que anteriormente era obispo de Jaca, y ahora quedo con uno y otro obispado, pues en una donación que hicieron García Gómez y su muger a santa Maria de Irache en 1080 tiene el dictado de episcopus Garsea regente Jacensem et Iruniensem ecclesiam. Los obispos abades de Leyre, sin embargo de lo decretado en el concilio de Pamplona de 1023 y en el del año anterior celebrado en el mismo Leyre para que la catedral de Iruna se restableciese con los bienes de aquel monasterio, no debieron de hacer los mayores esfuerzos a ese fin, quizás porque no saliese la mitra de dichos abades y de su monasterio con fixar la cátedra pontificia en Pamplona. Estos motivos, junto con querer D. Sancho Ramírez asegurar el reyno de Navarra, en cuya posesión acababa de entrar por la muerte trágica de D. Sancho de Peñalen, siendo anteriormente rey de Aragón, pudieron obligar a este príncipe a que sin hacer caso del decreto conciliar que había dispuesto se eligieran los obispos de Pamplona de entre los monges de Leyre, nombrase por tal a su hermano D. García. Lo propio volvió a hacer en 1087, quando habiendo muerto D. García puso por su sucesor en la mitra a D. Pedro de Roda, monge de S. Ponce de Tomeras, echando mano de un extrangero, que si bien con harta repugnancia, tuvo que aceptar el obispado. Este es aquel gran prelado, verdadero restaurador de la iglesia de Pamplona, a que dio un nuevo ser, reedificando su templo y estableciendo en él la vida común de los canónigos, según la regla de S. Agustín, y varias dignidades, cuyos nombres son muy análogos por sus funciones y oficios a los que se usaban en comunidades religiosas. Desde este tiempo dexó de ser Leyre asiento de los obispos de Pamplona, y perdió los derechos de concatedral, bien que duro siempre la hermandad entre ambas iglesias, y prosiguieron los reyes en mirar con particular cariño al monasterio, como lo acreditan sus diplomas. Entre ellos es muy notable el que en 1085 dio a Leyre el mismo D. Sancho Ramírez, haciéndole donación de quatro monasterios de su real patronato, que eran el de Igal, Roncal, Burdaspal y santa Engrácia de Urdax, el primero y el tercero mencionados por S. Eulogio en su carta al obispo de Pamplona Wilesindo, con todas sus decanías, rentas, valles, montes, etc. De los tres primeros percibe el monasterio la décima o el quarto de los frutos; pero el de santa Engrácia no le produce nada, porque estando en el valle de Sola, territorio de Francia, su rey Luis XV aplico todos los bienes que tenía al seminario de santa Maria de Oloron en 1738, anteriormente a cuya época los canónigos de aquella casa, que eran reglares de S. Agustín, pagaban a Leyre en reconocimiento 40 sueldos jaqueses día de la Ascensión, entregándolos en la misma iglesia al tiempo de la misa mayor, en lugar de los dos salmones y dos vacas que presentaban en la misma forma desde el año de 1125, según consta por la concordia ajustada entre ambos monasterios y sus abades García y Acenario en dicho año, inserta en et fol. 491 del becerro de Leyre. El mismo D. Sancho Ramírez en seguida de haber ganado el Castillo llamado Munio pasó a Leyre por abril de 1090 y concedió al monasterio las exenciones del de Cluni, confirmándole además todas las donaciones él y su hijo D. Pedro Sánchez. En 1098 se consagro la iglesia alta de Leyre, según el libro becerro, fol. 291, asistiendo a esta función, que fue el día 24 de octubre, Pedro obispo de Pamplona, Pedro de Huesca, Poncio de Roda, Diego de Santiago, con sus dignidades, arcedianos y clérigos, siendo abad del monasterio D. Raymundo. Concluida la función se quejó éste al rey D. Pedro, que se había hallado presente, de los agravios que sufría cl monasterio en sus bienes de Barramiana, Undues, Liédena y Añues. Mandó el rey le fuesen restituidos, confirmando las anteriores donaciones, y además le dio en Huesca la iglesia de S. Salvador con todas sus pertenencias, y la villa de Arrasavet cerca de dicha ciudad, y la mitad de la lezda y portazgo de los judíos de Ruesta. El obispo de Pamplona le cedió en seguida de la misma consagración los diezmos de Obanos, Ezpanes, Viota, los de los pueblos de Extremadura o de moros y Valdonsella, confirmando todas estas donaciones los demás obispos que concurrieron a este solemne acto, con los demás próceres y otras personas de ambos sexos. El mismo año dio el rey sentencia a petición del abad Raymundo contra los de Garde que rehusaban admitir los clérigos que se les enviaban de S. Martin de Roncal, según se observaba tintes de dexar el rito mozárabe, y se mandó guardar la costumbre que se practicaba in lege Toletana, pues algo antes del año de 1071 ya estaba introducido en Leyre el oficio romano, según la escritura de la unión de la iglesia de Igal a la de Roncal de dicho año, expresándose en ella: Sicut fuerat in lege Toletana, ita permaneat in lege Romana. En 1101 confirmo el rey D. Pedro Sánchez a Leyre, según se insinuó antes, la donación de la iglesia de S. Sebastián en los confines de Hernani con la villa del mismo nombre, sus manzanales, términos marítimos que se los había concedido D. Sancho el mayor y además la pardina de Oróztegui y las aguas del río Urumea. D. Alonso el batallador, hermano de D. Pedro, dio a Leyre por entero el lugar de Arascues en 1113 con la mitad de un olivar, para que ardiesen de noche en su iglesia ocho lámparas en sufragio de su padre y hermano, pues en aquellos tiempos la mayor parte de la luminaria de las iglesias consistía en lámparas, según se ve por los cánones, y a la verdad eran mas propias del templo que el aparato teatral de luces introducido después. EI mismo rey D. Alonso dexó a medias la villa y el castillo de Estella a la catedral de Pamplona y monasterio de Leyre, hallándose en el de Bayona de Francia año de 1131 después de haber conquistado aquella plaza, por vía de testamento. D. García Ramírez, sucesor de D. Alonso, permutó con Pedro, abad de Leyre, en 1141 los lugares de Larrañeta y Zuazu por las a haciendas que tenía el monasterio en Tudela y Cascante por donación del mismo D. Alonso.
Vivos fueron los debates a fines de esta centuria entre el obispo de Pamplona D. Pedro París y el abad de Leyre, sobre la posesión del monasterio que el papa Clemente III había adjudicado en 1188 al obispo y su catedral, según se expresa en otra bula de Celestino llI de 18 de diciembre de 1191, dada en confirmación de la de Clemente, y ambas publicadas por Sandobal. De esa manera iba decayendo Leyre de aquella antigua grandeza que había debido a las circunstancias de unos infelices tiempos y al miserable estado de la iglesia de Pamplona, arruinada con ocasión de la entrada de los bárbaros. No era esto lo peor; la relaxacion de la observancia monástica y los desórdenes, de que no está exento el mismo santuario quando afloxa el rigor de la disciplina, habían indignado a los mismos monarcas bienhechores del monasterio. Cansado el rey D. Sancho el fuerte de los excesos de los monges negros, se había empeñado el año 1230 en echarlos de aquella casa, poniendo en su lugar a los blancos o del Cister. Con efecto, ya en 1 236 se descubren las primeras pretensiones de D. Domingo Mendavia, abad cisterciense, ayudado del papa Gregorio IX y del rey TeobaldoI para expeler a los benedictinos y establecer a los del Cister, y lo consiguió según refiere el libro antiguo de la Regla. Resentidos los primeros, no perdonaron a diligencia para que fuesen reintegrados en la posesión del monasterio, y de hecho volvieron a ocuparlo;  pues en diciembre de 1270 era abad D. Sancho, monge benedictino, a quien las memorias antiguas llaman intruso por el poder de los legos. Reclamaron los cistercienses a Gregorio X, que dio comisión a los arzobispos de Toledo y Tarragona para que haciendo salir a los benedictinos restableciesen a aquellos, como lo executaron por medio del dean de Tudela y del arcipreste de la Valdonsella, auxiliados del rey D. Enrique, nombrando por abad en 14 de mayo de 1273 a D. Raymundo de Bearne. Las crueles guerras entre Castilla y Navarra, la confusión y trastorno de este último reyno en la menor edad de Dª. Juana valieron a los monges benedictinos para que protegidos de. D. Alonso el sabio y habilitados por una bula pontificia volviesen a apoderar del monasterio en 1 277.

Nuevamente es restituido a los cistercienses en 1298 por el arzobispo de Tarragona D. Bernardo, delegado del papa. Otra vez se les perturba en 1305 con escándalos, robos, profanación de lo mas sagrado, hasta que en fin quedaron en pacífica posesión con el favor del rey D. Luis Hutin, quien les confirmo todas las rentas, Iglesias y señoríos que desde lo antiguo había tenido el monasterio por un diploma expedido en Estella el mes de noviembre de 1307. Pero con el desorden de tantas y tan obstinadas discordias perecieron muchos preciosos monumentos de su archivo, haciendo esta lamentable pérdida no poco daño a la historia de aquella insigne casa y de todo el reyno de Navarra; bien que se han podido salvar algunas escrituras y papeles, a saber, varios privilegios reales, donaciones de particulares, concordias, el libro llamado de la Regla, que es un tomo en folio escrito en vitela según algunos en el siglo XI, y en el XIII según otros, a que siguen muchas apuntaciones históricas de tiempos posteriores, un catálogo de los cuerpos reales enterrados en Leyre con este título: Haec est carta regum, quorum corpora inmulata requie scunt in monasterio Legerensi, que no merece crédito alguno en muchas cosas; el necrologio y el breviario de Leyre, este último del siglo XIII, y un tomo de coro en vitela con rito de doce lecciones. Abella.