miércoles, 22 de octubre de 2014

30.1802.01 BASKONIA en el Diccionario Geografico Historico de la Real Academia de la Historia

VASCONIA es una voz de origen vascongado compuesta de la palabra vaso, que significa monte, y el caso del nombre compuesto a usanza del idioma. Por manera que vasoco y por contracción vasco vale tanto como si dixera del monte o montañés. De ahí los latinos formaron, según la índole de su lengua, el substantivo Vasconia. Sin embargo el nombre de vascones no se halla usado en los escritores que precedieron a Augusto y fueron comprehendidos baxo la denominación de iberos, cántabros y vacceos.


Los límites de esta región tuvieron muchas alteraciones en diferentes tiempos, y en las explicaciones de los que pueden pasar casi por contemporáneos se halla no pequeña oposición. Estrabon da alguna noticia de la situación de los vascos por estas palabras lib. 3. “Desde Tarraco por los montes dichos basta los últimos vascones que habitan el Océano cerca de Pompelon e Idanusa, ciudades situadas en el mismo mar, hay un camino de 2400 estadios que acaba en los límites de Aquitania y España." Y poco después: “Sobre la Jacetana hacia el septentrion habitan los vascones, en los quales está la ciudad de Pompelon ", como si dixera de Pompeyo. No mucho antes por incidencia había escrito que Cala gurrí era ciudad de los vascones. Estos textos son insuficientes para fixar con exactitud los límites de la Vasconia, y solo por mayor nos dan una idea confusa de su situación septentrional por el Océano y montes Pirineos basta Calahorra cerca del Ebro. Por otra parte nuestro geógrafo tenía noticias poco exactas del terreno, pues coloca a Pompelon en la costa misma del mar, como a Idanusa, Oeasona u Oeaso en el promontorio o monte Jaizquivel, a no ser que por este testimonio se quiera establecer otra Pamplona marítima a distinción de la mediterránea que conocemos. Seria esto proceder con mucha ligereza porque el mismo Estrabon en el lib. 3. pag. 166. edit. París 1620 manifiesta lo poco que se sabía de nuestra geografía en su tiempo atribuyendo la causa a la loquacidad de los griegos y al poco esmero que pusieron los romanos en corregir su inexactitud, contentos con seguirlos ciegamente. De aquí debe inferirse que el situarse un pueblo por diversos escritores en sitios muy distantes no es siempre suficiente motivo para multiplicar las ciudades. Tolomeo describió con mas claridad y extensión la Vasconia, pero ignoramos si las noticias de que se valió fueron mas exactas, Pomponeo Mela, español, en su geografía desconoce los vascones y nombra los cántabros y várdulos. Hablando en el lib. 3. cap. I. de la costa cantábrica por donde se estrecha la tierra hacia el confín de Francia por la parte de occidente, dice: “Ocupan este distrito los cántabros y várdulos. De los cántabros son algunos pueblos y ríos, pero de tal nomenclatura que no puede expresarse en nuestra pronunciación. Por ellos y los salenos corre el río Saurio, por los autrigones y algunos de los origeviones el Nerva. El Deva pasa por Tricio Tubolico y mas adelante el Magrada por Iturisa y Oeaso. Los várdulos, una nación que en estas partes ocupa el promontorio del Pirineo terminan las Españas" Parece que Mela tuvo por mas célebres a los várdulos que a los vascos, sin que pueda entenderse la razón de este concepto, poco fundado en las antiguas memorias y contrario a la idea que por estos tiempos tuvo de ambas naciones Claudio Tolomeo en Alexandria.

Plinio, lib. 3. cap. 20., hace ocupar a los vascones parte de la costa del Océano en la vecindad de los várdulos y cántabros: de manera que es indubitable que la Vasconia terminaba por alguna parte en el Océano, conviniendo en esto Estrabon, Plinio y Tolomeo, y que de consiguiente se extendía por alguna de las provincias vascongadas fuera de los límites de la actual Navarra, que por ningún lado llega al mar. Ni sirve decir que esto solo se puede verificar, confundiendo los várdulos con los vascones, porque Tolomeo y Plinio, que hablan con distinción de estos pueblos, alargan hasta el Océano los confines de la Vasconia propia. En este supuesto y en el de que Tolomeo es el que había con mas extensión de la Vasconia antigua, señalaremos por este autor sus límites. El geógrafo alexandrino cuenta por pueblos mediterráneos de la nación vasca a Iturisa, Pompelon, Bituris, Andelus, Nemanturisa, Curnomum,  Jacca, Gracurris, Calagorina, Cascantum, Ergavia, Tarraga, Muscaria, Setia y Alavona. En su marina coloca la boca del río Menlasco, la ciudad de Oeaso y el promontorio o cabo del mismo nombre 10 minutos mas occidental y 25 minutos con 20 segundos mas boreal que el pueblo. Si la correspondencia de estos nombres pudiera establecerse con entera seguridad, no sería difícil determinar con exactitud los confines de la Vasconia tolomàica; mas como muchas de las correspondencias sean o muy dudosas o del todo arbitrarias, para proceder con mayor seguridad debemos íixarnos en algunos puntos que están fuera de disputa. Tales son que Ja Vasconia llegaba al Océano por el rio Menlasco y cabo de Oeaso : que Pompelon es la ciudad de Pamplona: que Jacca es la actual Jaca, Alavona AJagon, Cascantum Cascante, Gracurris Àgreda y Calagorina o Calagurris la ciudad de Calahorra. Por estos datos se establece que la Vasconia salía de los confines de la actual Navarra por e. basta las montañas de Jaca, por s. hasta pasar el Ebro e incluir en sus términos a Alagon, Àgreda y Cascante, y por o. hasta llegar al Océano por las bocas del rio Menlasco y cabo Oeaso. Mas de aquí no se deduce que se puedan tirar líneas rectas de Jaca a Alagon, de Alagon a Àgreda y de Àgreda a Calahorra sin salirse o dexar fuera algo de los términos de la Vasconia. Sin embargo podemos asentar que el límite oriental de la Vasconia y parte del austral lo era el rio Gallicus o Gallego desde su nacimiento encima de Sallent del valle de Tena hasta donde abandonando los montes sale por la peña a tierra mas llana. De allí, torciendo algo hacia s. o., iba en busca del Ebro, cerca de donde recibe al Salo o Xalon, y pasando a la ribera opuesta y comprehendiendo la villa de Alavona o Alagon sin tocar a Tarazona llegaba a Gracurris o Àgreda, desde donde tiraba por Calahorra en busca del Océano septentrional, casi por los mismos límites que ahora dividen a Álava de Navarra, é internándose algo mas por Guipuzcoa. El confín por el n. era el mar y el Pirineo hasta las fuentes del Gallego. Obligan a estrechar el límite occidental de la Vasconia por Álava la ciudad de los várdulos Alba, hoy Albeniz, que está muy vecina a Navarra y la cercanía de otros pueblos de la misma federación. Según Tolomeo la Vasconia confinaba por o. con los autrigones, caristios y várdulos, por s. con los celtíberos, por e. con los ilergetes y por n. con Francia. Además de los pueblos mencionados por Tolomeo deben contarse dentro de sus términos o a muy corta distancia de ellos Aracelis, Aquae Atilinae, Barbariana, Caravi, Care, Corbion, Larnenses, Lumberi, Lursenses, Sercontia, Suesetani, Sumonus, Pyrinaeus y Tutia, de los quales se hace mención en Plinio, itinerario de Antonino y otros autores.

 Pertenecía la Vasconia a la chancillería o convento jurídico de Zaragoza, según Plinio, y estuvo comprehendida en la España citerior y tarraconense. Se conocen entre sus pueblos tres que tuvieron casa de moneda en tiempo de los romanos y fueron Calagurris, Gracurris y Cascantum, de los quales solo el último pertenece a lo que hoy se dice Navarra de esta parte del Ebro. Ninguna de las ciudades vascas tuvo el honor de colonia, aunque por haber leído mal un texto de Plinio atribuyeron algunos este dictado a Calahorra, que solo fue municipio.

Tales fueron con corta diferencia los términos de la Vasconia durante el imperio romano. Destruido éste y ocupada gran parte de España por los bárbaros del septentrion, en el año de 449 Reciario saqueó las Vasconias por el mes de febrero; pero no podemos, faltando las memorias necesarias, determinar en qué modo se había dividido en dos partes la Vasconia antigua, o si fue una impropiedad de estilo en Idacio el explicar sede este modo, puesto que S. Gregorio de Tours y el Viclarense la llaman posteriormente Vasconia en singular. Por este último autor y por un pasage de S. Isidóro conocemos como pueblos de la federación vasca los aragonés y rucones; dos voces que según cierto erudito expresan una nación y aplica a los habitantes del valle de Roncal con mas verosimilitud que certeza. Lo que no admite duda es que los rucones eran pueblos vascos, comparando las expediciones de. los años de 610 y 612 de los reyes Gundemaro y Sisebuto, de que habla S. Isidóro, ya con el nombre de vascos, ya con el de rucones. Antes de este tiempo por los años de 587 parece que los vascos comunicaron su nombre a parte de la Vardulia propia, según el Viclarense, que dice: el rey Leovigildo ocupa parte de Ja Vasconia, y fundo la ciudad que se llama Victoriaco. Es verdad que no dice que la nueva población se hiciera en la Vasconia; pero este es el sentido natural justificado por la conducta de todos los conquistadores que fortifican plazas en el país vencido para asegurar la tierra, y que no ignoraron los godos, los quales 40 años después en tiempo de Suintila funda ron a Ologito para estorbar las rebeliones de los vascos. Fuera de esta obvia reflexión hay otra que obliga a entender así el texto del Viclarense. Los vascos se resistieron mas que otros pueblos de España a la dominación de los bárbaros, y jamás la sufrieron pacíficamente, como consta de S. Isidoro, S. Gregorio de Tours, Fregadario, el autor de la vida de S. Amando, S. Julián, Tajon y otros. Parece que ayudaron a los vascos las tropas romanas de origen, según se colige de varios textos de S. Isidoro con harta claridad. Por otra parte los vascos solos reducidos a los límites que les señala Tolomeo, apenas podían defenderse en lo mas montuoso del país contra el poder de los godos y para hacerles frente era forzoso que de grado o por fuerza atraxeran las naciones vecinas a su federación y liga. Es cierto por S. Isidoro que después de muchas derrotas tuvieron animo los vascos para derramarse por la provincia tarraconense, años antes, según S. Gregorio de Tours, habían los vascos extendido sus armas y nombre por la Novempopulania en las Galias; y así parece indubitable que hicieron lo mismo por la parte de occidente, ocupando la Varduia, los caristios, autrigones y origeviones. Por lo menos es cierto, según Fregadario, hablando de Sisebodo o Sisebuto, que este rey quitó a los francos la provincia de Cantabria y muchas ciudades que ocupaban aún los romanos en toda la costa hasta los montes Pirineos. Llama Fregadario cántabros los que S. Isidoro conoce por los nombres de vascos y rucones, de donde se infieren dos cosas, una que los vascos habían extendido por aquella partes sus armas y nombres, otra que el país de los aragonés y rucones debía mas bien hallar se en Guipúzcoa y Vizcaya que en el valle de Roncal, tan distante del teatro de la guerra de Sisebuto. Finalmente consta por un pasage de S. Julián en la historia de Wamba, y por otro del cronicón Moisiacense, hablando del mismo rey, que la Vasconia confinaba con la Cantabria. S. Julián dice que estando el rey en las partes de Cantabria acometió a la feroz nación de los vascos, y por siete días el exercito del rey extendido por los dilatados campos causo tanto daño al enemigo, que le obligo a dar rehenes y pedir la paz. La crónica Moisiacense dice: “Wamba reynò 9 años; en el primero de su imperio, habiéndosele revelado el duque Pablo con una parte de España, primeramente domo a los feroces vascos en los confines de Cantabria." De estos textos se infiere que la Vasconia entonces llegaba a confinar con la Cantabria propia, lo que no sucedía en tiempo de Tolomeo, y que no solo confinaba por la costa del Océano, sino por tierra de Campos, no siendo la estrechez y aspereza de la costa de Vizcaya y Guipuzcoa para verificar la pintura del terreno que hace S. Julián por estas palabras: Mox cum omni exercitu Vasconiae partes ingreditur, ubi per septem dies quaqua versum per patentes campos depraedatio, et hostilitas castrorum domorumque incensi tam valide acta est, ut Vascones ipsi animorum feritate deposita, datis obsidibus, vitam sibi dari pacemque largiri , non tam precibus quam muneribus expectarent. El nombre de Vacceia, que según el autor de la vida de S. Amando, se dio antiguamente a la Vasconia, es un nuevo indicio de que los vascos se habían extendido por los vacceos conocidos de los romanos y situados entre el Ebro y Duero debaxo de los murbogios. Bien sé que esta observación tiene contra sí la opinión que coloca en las crestas del Pirineo otros vacceos, así dichos de un pueblo que S. Isidoro llama Vacca. Pero sobre estar el texto muy confuso y citado fuera de propósito un verso de Virgilio en confirmación del nombre, es desconocida en el Pirineo y vecindades de Francia semejante nación y ciudad por los antiguos geógrafos, mientras Estrabon, Tolomeo y otros mencionan vacceos entre la Cantabria y Vasconia. Y si S. Isidoro no fue mas feliz en los motivos que tuvo para admitir la ciudad de Vacca en el Pirineo que para derivar de allí el nombre de vascones y después vascones, no podemos pasar por su dicho que se halla sin apoyo en la antigüedad. Es mas natural suponer que habiendo ocupado los vascos por algún tiempo la Vacceia vecina a los murbogios, y usado indiferentemente el nombre de vacceos como el de cántabros, aragones y rucones, naciera de allí en siglos poco ilustrados la opinión de que antiguamente se dixeron vacceos los vascos que por estos tiempos eran muy conocidos en España y Francia. De lo dicbo hasta aquí se concluye, con la certeza que admite la materia, que el nombre de Vasconia aun antes de la irrupción de los bárbaros del septentrion se confundió mas de una vez en los escritores con los nombres de várdulos y cántabros. Que después de Augusto sus límites fueron mas reducidos. Que entrados los suevos, alanos y godos, habiendo resistido  tenazmente los vascos a los nuevos señores hasta la declinación de su imperio, extendieron sus confines hasta las fronteras de la Cantabria propia, no solo por la costa del Océano, sino por los países mediterráneos, como resulta con mucha claridad de los textos citados de escritores coetáneos.

La invasión de los árabes encontró la Vasconia con corta diferencia en el mismo estado en quanto al nombre y extensión de éste, sí bien estaba ya allanada y sujeta a los godos. Por lo menos no consta que después de la victoria de Wamba volviera a rebelarse aquella nación. Entrados los árabes, y arruinado el imperio gótico, no tenemos noticias individuales de la Vasconia por nuestros escritores en el siglo VIII y IX. A fines de éste se dice haber escrito el obispo de Salamanca Sebastián la crónica atribuida a Alonso III de Asturias. No consta de cierto el autor de la obra, por otra parte desconocida de nuestra antigüedad é ignoramos si salió así de las manos del escritor, o ha sufrido las alteraciones casi inevitables en los muchos siglos que fue ignorada del público. Sea quien quiera el autor, lo cierto es que no tenía el aparato conveniente para escribir con acierto. Ignoró estando en las fronteras de Portugal que Isidoro Pacense hubiera escrito después del santo arzobispo de Sevilla del mismo nombre; ni tuvo noticia del monge de Albelda, que poco antes que él se dedicó a escribir su historia o crónica. Las fuentes, pues, que debió consultar Sebastián para Llenar su escrito fueron las tradiciones de los antiguos por los tiempos pasados. De los presentes pudo hablar como testigo idóneo con mas fundamento. Por desgracia, ni en uno ni en otro caso parece se cuidó mucho de la exactitud, sino en una cosa capaz de hacer sospechosa su intención. En las cosas muy remotas fiadas a la infiel memoria de los hombres no es extraño padeciera error, como en los vicios y excesos de que contra la relación del Pacense carga a Witiza y D. Rodrigo. De su tiempo es mas extraño qué refiera el descubierto sepulcro del último rey godo. Si el hallazgo es cierto, su memoria hace poco honor al autor, que no debía creerse de la impostura, constando por las historias árabes que D. Rodrigo no solo murió en la batalla de Guadalete, sino que su cabeza fue enviada por el vencedor a África. El Albeldense coetáneo que refiere la conquista de Viseo y Sampiro algo posterior que escribió los hechos de Alonso III, nada dicen de semejante hallazgo en aquella ciudad. Parece que Sebastián gustaba de lo maravilloso, como se ve en los sucesos de Pelayo, pero cuidaba poco de la exactitud. La que observa en la cronología solo es buena para desacreditarlo, porque siendo imposible conservar en la simple memoria tantas fechas mortuorias sin alteración, el autor sin dudar en nada nos da la cronología de dos siglos, como si la copiará de un escrito de la mayor fe. Todo esto pudiera pasar y pasaría al cabo a falta de testimonios, si no tuviéramos la crónica del Albeldense escrita poco antes, que desmiente del modo menos equívoco la cuenta de Sebastián. Este hace empezar a Pelayo su reyno el año 718, y pone su muerte en el 737. El Albeldense afirma que Pelayo do se rebeló contra los árabes basta el gobierno de Jucef, el qual, según su cronología, no empezó antes del 744, en cuyo tiempo, según Sebastián, ya contaba el quinto año de su reynado D. Alonso I dicho el católico. Ni sirve decir que el Albeldense pone la misma fecha mortuoria a D. Pelayo y a D. Fruela que Sebastián, porque estas datas no se compadecen con los principios adoptados por el monge de Albelda, ni expresa los años mortuorios de los reyes hasta Ramiro I, y así es conocidamente una interpolación hecha a dicha crónica en tiempos posteriores, o por la de Sebastián, o por la que sirvió de guía al autor de aquella memoria.

Seria cosa larga detenernos mas en este punto, y lo dicho basta para dudar de la legitimidad y antigüedad de este escrito, o por lo menos de que haya llegado incorrupto a nosotros. Este autor por lo que hace a nuestro intento nos da algunas noticias sobre la Vasconia y países vecinos. Dice que la Vardulia en su tiempo se llamaba Castilla. Menciona a Álava, Vizcaya, Alaon, Ordunia, Degio y Berroza, nombres todos pertenecientes a la Vasconia del tiempo de los godos, extendida ya por los várdulos, caristos, autrigones y cántabros. Mas de estos nombres no se infiere que ya dexaran estos pueblos absolutamente de llamarse vascos. Lo contrario se colige no obscuramente del mismo autor; porque refiriendo que Fruela hizo prisionera en los vascos a Dª Munia, que fue después madre de Alonso el casto, cuenta que este príncipe tuvo que huir a Álava, y refugiarse entre los parientes de su madre. De estos dos pasages se deduce que el país nativo de Munia era Álava, y que Álava era tierra de los vascos. Aun se colige mas, y es que Álava en tiempo de Mauregato no era de su dominio, porque ninguna seguridad hubiera tenido el príncipe fugitivo en los estados de su contrario. Se prueba todavía mas que Álava se decía Vasconia por el tiempo en que se cree escribió Sebastián, a causa de que el Albeldense dice expresamente que Alonso III venció dos veces a los vascos, y Sampiro y el arzobispo hablando de esta misma expedición dicen que fue en Álava. Bien sé que contra estas reflexiones se opone que Dª Munia sin ser de Álava pudo tener deudos en aquella provincia, y que las expediciones de que hablan el Albeldense, Sampiro y el arzobispo son diversas. Mas esto es un libre dicho que en cuanto a lo del país nativo de Munia no favorece a la fuga del casto, si Álava en tiempo de Mauregato pertenecía a Asturias y en quanto a lo segundo multiplica sin bastante causa los hechos guerreros de Alonso III, solo con el empeño de sostener la dudosa antigüedad y extensión de la dominación asturiana, contra el expreso y el mas antiguo y único testimonio del Albeldense, que fixa su principio hacia mitad del siglo VÍII. Ni para confirmar la antigüedad que se pretende sirve recurrir a los letreros de los predecesores del casto. El de Bermudo I, que se ve en S. Juan de Corias, es del tiempo de Alonso el sabio; el de Silon no trae nota alguna cronológica en la iglesia que se dice haber erigido en honor de S. Juan evangelista en Pravia; el de D. Fruela de Oviedo tampoco señala el tiempo de su reynado, y es una memoria puesta allí por el casto. El letrero de la villa de Lara y la moneda atribuida a Alonso I no se prueba pertenezcan a él. No el primero, porque en 762, según los de la opinión contraria, ya no vivía este rey. No la segunda, porque careciendo de toda nota que precise a aplicaría al católico, somos libres en atribuiría a qualquiera otro de los Alonsos. El único que puede dar alguna sujeción es el letrero en que se menciona a Favila en la iglesia de santa Cruz junto a Cangas. En él se lee la era 777, año 739, que se supone el de la muerte de aquel príncipe. Mas contra esta memoria hay muchas observaciones que hacer. Primera, no se dice en ella que reynara el autor de la obra, y así pudo ser u otro Favila, o el mismo muchos años antes de subir al trono. Segunda, si como se lee en Sebastián el rey Favila murió el 739, teniendo en el mismo año muchos hijos, según el letrero, y siendo hijo de Pelayo, es de extrañar se prefiriera a estos, sin dar causa alguna, su tío D. Alonso en la sucesión. Tercera, la época de la creación del mundo que se adopta en la memoria de 6300 años, es inverosímil en aquel tiempo en que por Isidóro Pacense, y poco antes por S. Julián de Toledo se ve que en España se contaban desde la creación al nacimiento de Jesucristo no 5561, sino 5196 con la diferencia de 4 años.

Esta cuenta del Pacense y S. Julián se halla seguida en Asturias posteriormente en un privilegio de D. Alonso III dado el año 883, u era 921, a 5 días antes de los idus de agosto, a favor del abad Posedonio, en cuya fecha se nota ser aquel año el 6082 de la creación, siguiendo el computo del Pacense, con la diferencia de los 4 años que él mismo insinúa. Es verdad que los griegos computaron desde la creación al nacimiento del Salvador 5508 años, y que en esto hubo suma variedad. Pero hallando antes y después del 739 establecida en España una misma razón, y siendo conocida la corta diferencia en que no se convenían los nuestros, no es justo omitir una nueva opinión contraria a los usos del país en fuerza de un letrero obscuro y único que parece favorecerla. Digo que parece, porque tal vez faltaban al tiempo de copiarse algunos números en la fecha, o porque, lo que es mas verosímil, este letrero, renovado en tiempos posteriores, fue aumentado con poco conocimiento de la era 777, si se insiste en atribuirlo al tiempo en que ya era rey D. Favila, lo que todavía está por demostrar legítimamente, en especial teniendo contra sí por lo que mira al tiempo de su reynado el expreso testimonio del Albeldense. No se puede, pues, dudar razonablemente que en el siglo de la irrupción arábiga el nombre de Vasconia se extendiera por las provincias vecinas de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Rioja, aunque ya estos pueblos tuvieran otros nombres que no se conocen por testimonio positivo hasta fines del siglo IX en el escrito de Sebastián, si este autor y su crónica no es muy posterior. Da sospechas de ser así, a mas de lo dicho, la ignorancia que muestra de la entrada de Carlo Magno en Navarra, con la qual es incompatible lo que afirma con toda seguridad que Pamplona fue siempre poseída por sus naturales, siendo cierto que no solo en 778, sino posteriormente en los años 6, 12 y 24 del siglo en que escribía Sebastián, Pamplona y parte de Navarra fue ocupada por los francos. No estuvo mejor informado de los sucesos del casto, difiriendo del Albeldense mas antiguo y mirado en sus noticias, en orden a las circunstancias de su persecución. El monge dice que fue privado del reyno después de 11 años que estaba en posesión de él, y encerrado en el monasterio de Abelania, hasta que lo restableció en el trono un cierto Theudano. En este tiempo de la reclusión del casto deben colocarse los reynados de Silon, Mauregato y Bermudo, cuyos nombres introducidos desde el núm. 55 en el Albeldense faltan en el 47, en donde después de Aurelio hace suceder inmediatamente al casto, omitiendo los usurpadores. Si se hubiera advertido en esto, se vería que el Albeldense no se contradecía en los dos catálogos que da de los reyes, de los quales el primero es como el sumario de los que quiso referir con mas extensión en su crónica. Por otro lado intercalando después del año 11 del reynado del casto los nombres de los usurpadores Silon, Mauregato y Bermudo, es muy fácil concordar la época de los principios de Pelayo establecida indubitablemente por el monge hacia mitad del siglo VIII con los reynados de sus sucesores. Finalmente se conociera que la crónica de Albelda fue intercalada posteriormente con mas ignorancia que malicia, por quien había leído el escrito de Sebastián; éste supone que muerto D. Silon fue aclamado rey D. Alonso, pero que su nombramiento no tuvo efecto por las artes de Mauregato, que lo obligaron a huir a Álava.


Pero dexando estas observaciones, que pudieran alargarse mucho, quede asentado lo que llevamos dicho de la extensión del nombre vasco por este tiempo en Álava y Guipúzcoa, aunque ni siempre, ni por todos se llamó así aquel país constantemente, como sucedió en la tierra que sin disputa estaba en la Vasconia rigurosa; porque a fines del siglo VIII se empezó a introducir el nombre de Navarra, mientras el de Vasconia se extendía por buena parte de Francia y en España basta las fronteras de Cataluña. Del origen del nuevo nombre no tenemos seguras noticias; su significado de tierra llana da lugar a sospechar que le vino de otro pueblo menos montaraz que los habitantes del Pirineo, o llegado allí por tierras menos quebradas. Eghinardo afirma que el Ebro nacía en el país de los navarros, y que Pamplona era pueblo navarro. A este testimonio suele oponerse el de Plinio, que coloca las fuentes del Ebro cerca de Juliobriga en los cántabros. Mas yo no veo oposición en estos dos textos que se escribieron con la interposición de 700 años. No habiéndose oído hasta los tiempos de Eghinardo el nombre de navarros, parece debió tener la curiosidad de informarse de una nación nueva que empezaba a obscurecer el nombre de los vascos propios y de su capital Pamplona, y así no con ligereza colocó el país original de los navarros no lejos de las fuentes del Ebro. Pretender que se engañó torpemente en esto solo porque ahora la Navarra no llega a los orígenes de este rio, es querer buscar compañeros de nuestra ignorancia para cubrirla, persuadidos que los coetáneos al origen de esta voz no pudieron ni quisieron saber mas de ella que nosotros. Sea de esto lo que fuere, es constante que la Vasconia propia en parte comenzó a llamarse Navarra por este tiempo. Por el mismo una porción de la misma Vasconia, entre Roncal y Jaca, comenzó a denominarse Aragón, sin dexar absolutamente ni uno ni otro país el nombre primitivo, hasta que el tiempo que lo muda todo hizo perder su memoria y uso. El único rastro que en España queda el día de hoy de Vasconia, es en las tres provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, que en tiempo de Tolomeo tenían otros nombres. Sin embargo esta singularidad de llamarse provincias vascongadas las que en los tiempos más remotos no pertenecieron a la Vasconia rigurosa, está demostrando que el nombre de vascos que se les comunicó o empezó a comunicar en tiempo de los godos, jamás lo perdieron en tal modo que lo olvidasen enteramente hasta nuestros días. Por el contrario los vascos propios mudaron de nombre, y fueron conocidos con el de navarros, riojanos y aragoneses. Solo en la parte de Francia se conservan vestigios del antiguo nombre entre los gascones y vascos. Los árabes dividieron la España a su modo, y aunque en la Vasconia propia no afirmaron su imperio, extendieron a su arbitrio este nombre hasta Barcelona y Gerona, como se ve por el Nubiense, 2. Par. clim. 4. Por lo demás parece que comprehendiéron la actual Navarra en la provincia de Arlit, entre la de Alserrat por o. y la de Alzaitun por e. Menciona el Nubiense una ciudad de Navarra y es Tudela; de Pamplona hace mención, y la coloca cerca de una de las quatro puertas o gargantas del Pirineo que llama Cesare, que es la tercera empezando a contar por Barcelona, y la sitúa entre la de Bayona y la de Giaca o Jaca. Nombra a Mont-Lerina, que parece ser Lerin o S. Esteban de Lerin; pero como los árabes no poseyeron pacíficamente el país de Navarra, en particular lo interior de ella, y sus estados y pequeñas dinastías tuvieron continuas variaciones, su división geográfica altero poco y pasageramente los estados cristianos. El único principado de nombre que tuvieron los moros en lo que ahora es Navarra fue Tudela, que ya tenía su gobernador hacia el año 815; y aunque no sin interrupción se gobernó por régulos hasta 1114 en que la quitó a los árabes para siempre D. Alonso el batallador. De lo dicho hasta aquí debe concluirse que los vascos antes de Augusto fueron comprehendidos baxo el nombre de cántabros, de cuya federación parece fueron por entonces casi todos los habitadores del Pirineo hasta las fuentes del Ebro y mar Cantábrico. Que mejor conocidos posteriormente los términos de la Vasconia, fueron estos por n. desde Fuenterrabía hasta los orígenes del Gallego en el valle de Tena, en las montañas de Jaca. Que este río que corre primeramente de n. a s., y después tuerce contra o. antes de salir de los montes, fue el límite oriental y parte del austral hasta las inmediaciones del lugar de la Peña, y que de allí baxando en busca del Ebro y atravesándolo por mas arriba de Zaragoza, continuaba sin desviarse mucho de él el límite austral hasta Àgreda, desde donde repasando el Ebro y comprehendiendo a Calahorra seguía por el confín de Álava y Navarra en busca de Guipúzcoa y Océano, cerrándola con esta línea por o. Que destruido el imperio romano por los bárbaros, habiendo resistido obstinadamente los vascos a su dominación, por lo menos hasta el reynado de Wamba, la Vasconia comunico su nombre a las naciones vàrdula, carista y autrigona. Que arruinados los godos por la venida de los árabes, los vascos extendieron su nombre por Francia, Aragón y Cataluña, sin perder absolutamente el que habían comunicado a los várdulos y naciones vecinas del occidente. Que poco a poco desde mitad o fines del siglo VIII la denominación navarra comenzó a obscurecer el antiguo nombre de los vascones en su país nativo, y borrado enteramente en él, quedaron sus rastros en las provincias vascongadas de España, y en la Gascuña y vascos de Francia. Finalmente que aunque estas alteraciones constan con suficiente claridad, es indubitable que en los tiempos obscuros una misma región solía llamarse ya con el nombre genérico de Vasconia, ya con el particular que la distinguía dentro de la misma federación, y que a veces se confundieron los nombres de cántabros y vascos. Esta reflexión es preciso tenerla muy en la memoria para la inteligencia de los escritores de la edad media, como asimismo la distinción de Vasconia española y francesa, aunque en un diccionario de los pueblos de España nos abstenemos de hablar de los pueblos que no la pertenecen. Traggia.