Carta Arqueológica del término municipal de Sangüesa, de
JUAN CRUZ LABEAGA MENDIOLA
Sangüesa, junio, 1981
EL CASTELLÓN
Las palabras Castellón, Castellar, Castejón evocan siempre
lugares muy apropiados para los hallazgos arqueológicos, y se han aplicado a
lugares fortificados de muros o de restos aunque no sean propiamente de
castillos en el sentido medieval. Frecuentemente se comprueban en estos
topónimos construcciones de épocas muy antiguas, así, sin salir de los límites
provinciales, tenemos el Castejón de Arguedas o el Castellar de Javier.
Frente a la población de Sangüesa, al oeste en la margen
derecha del Aragón, se levanta un macizo montañoso cuyas alturas son de 512 y
462 m., su nombre primitivo Arangoiz, de raíz vascónica que significa alto en
el valle, dejó de sonar al levantarse una ermita en fecha imprecisa dedicada a
Santa Margarita. Con este nombre se le conoce actualmente.
Tenemos noticias documentales de la fundación del poblado de
El Castellón en el siglo XII. (1)
El lugar era muy apropiado, desde el punto de vista
defensivo, para controlar movimientos de tropas a larga distancia y vigilar los
pasos del Aragón. A raíz de la fundación del Burgo nuevo de Sangüesa en el
llano por Alfonso el Batallador en 1122, esta importancia estratégica era
decisiva para la defensa de la villa y para el control del puente. Por ello,
Sancho el Sabio funda en 1171 el burgo de El Castellón y concede a sus
pobladores el fuero de Jaca, que ya gozaban los del Burgo de Sangüesa, quedando
vinculado a este municipio. "Esta población fago a pro e a salvamiento del
mío Regno en el pugo del Castillón sobre Sangüesa, e del pugo e de los otros
logares que les e dado por términos...". Además de marcarles los términos
les concedió exención de peaje y otros privilegios. Fueron sus primeros
pobladores Lop de Castillón, Xemén Fortuynones Daybar, Pedrillán y Xemén Chiquo
y Enego Arceyz. La iglesia fue dedicada a S. Esteban.
Su población fue creciendo al traer el citado rey vecinos de
Aibar y construyeron un templo dedicado a S. Bartolomé, pero a lo largo del
siglo XIV se fue reduciendo su vecindario siendo absorbido enteramente por
Sangüesa. En el siglo XVI la iglesia de San Esteban cambió de titular por Santa
Margarita, que es como hoy se llama al monte, todavía en 1749 se constata culto
en esta ermita y porteriormente desaparece, pues en 1798 se levantó en su solar
"un cubierto para el conjuratorio de las tronadas".
Los restos arqueológicos, que luego se describen, fueron
recogidos en la ladera sur encima de la carretera
de Aibar cerca de la cumbre, todavía pueden verse restos de muros y los casales
del poblado. Los materiales recogidos son exclusivamente cerámicos y pertenecen
a una época medieval claramente delimitada por la documentación, siglos
XII-XIV, por lo que son de sumo interés por la cronología, aunque desde el
punto de vista de la tipología, por estar muy fragmentados, no permiten reconstruir
formas.
Como caso curioso también se recogieron dos fragmentos de
cerámica romana campaniense y algunos sigillados y comunes.
CERÁMICAS ROMANAS
Cerámica campaniense
1. Fragmento de fondo de una vasija de cerámica campaniense
de forma no identificada. Su pasta es rojiza y pertenece por lo tanto a la
variedad A, con pigmento negruzco algo iriscente. La superficie interna lleva
finísimas estrías. Esta cerámica importada puede fecharse en el siglo II a C. y
si es una perduración en el I a C.
2. Pequeño fragmento de vasija igual al descrito pero de
superficie más iriscente.
Cerámica sigillata
Cinco fragmentos pequeñísimos de pared y uno de asa de
variados barnices, rojo brillante, rojo oscuro poco brillante, rojizo opaco y
el fragmento de asa de barniz tenue y algo brillante.
3. Fragmento de fondo con pie moldurado de pasta rosacea
blanda y barniz anaranjado claro, algo brillante y bastante perdido. Lleva un grafito
incompleto.
Cerámica común
4. Fragmento de dolió de borde engrosado hacia el interior
de pasta grisácea con abundantes arenillas y superficies ásperas de color ocre.
5. Gran labio plano de dolió de tosca pasta grisácea con
piedrecillas y superficies alisadas de color rosa pálido. Este fragmento, dada
la rareza del color, podría ser muy posterior, pues estos tipos de grandes
tinajas se han fabricado de manera semejante durante muchos siglos.
6. Asa de un dolió de pasta rosacea con poco desgrasante y
superficies de color ocre. Rige la anterior advertencia.
CERÁMICAS MEDIEVALES
Son abundantísimos los fragmentos recogidos, por lo que nos
hemos impuesto una rigurosa selección. Dentro del complejo mundo de estas
cerámicas, a veces de difícil catalogación, tratamos en primer lugar las
vasijas grandes, luego las pequeñas, después varios tipos de asas y
decoraciones, y finalmente alguna vidriada.
7. Borde y pared de una gran vasija de buena pasta rosacea y
superficie alisada color ocre amarillento.
8. Fragmento de borde con el labio moldurado hacia fuera y
pared con baquetones de adorno y refuerzo. Su pasta es dura de coloración
rojiza y zonas grises, y las superficies son anaranjado claro tirando más a
amarillenta la interior.
9. Borde salido hacia afuera de pasta fina color ocre y
superficie alisada de este color pero más claro.
10. Fragmento de borde con el cuello algo abierto hacia
afuera y un poco de pared. Llama la atención su poco peso. La pasta es dura, grisácea,
con arenillas blancas y piedrecitas oscuras, y las superficies son toscas de
color rosa claro.
1. Fragmento de vasija abierta hacia afuera de paredes
delgadas, pasta buena de color rosa claro, y superficies alisadas del mismo
tono.
2. Fragmento de borde de una jarra de pasta cocida
imperfectamente, color gris en el interior y rojiza en los extremos, y
superficie de factura descuidada de color ocre.
3. Fragmento de borde, que se abre hacia afuera metiéndose
el labio hacia adentro, de pasta ocre con el interior gris y superficie ocre.
4. Fragmento de ancho grosor de pasta rosa grisácea y
paredes ocres.
5. Borde muy plano de tosca pasta rojiza gris y ásperas
superficies, la interior ocre y la exterior grisácea.
6. Fragmento de posible cuello de pasta rojiza y paredes
alisadas color ocre claro.
7. Fragmento de borde de dura pasta grisácea con los
extremos rojizos y superficies ocres grisáceas.
8. Cuello con el arranque del asa de pasta rojiza y superficies
irregulares de color ocre.
9. Borde ancho y arranque del cuello con dura pasta grisácea,
ocre en los extremos, y superficie de color ocre amarillento.
10. Gran asa de sección arqueada con pasta gris oscuro ocre
en los bordes, y superficies alisadas de este mismo color.
11. Asa de pasta rojiza-gris, superficie ocre amarillento y
decoraciones de pequeñas hojitas.
12. Asa de sección arqueada pasta gris, ocre en los bordes,
y superficies de este color, los orificios traspasan el fragmento de parte a
parte.
13 y 14. Dos asas de secciones muy molduradas de pastas
rojizas y superficies amarillentas.
15. Fragmento de asa con orificios poco profundos.
16. Asa y borde de buena pasta amarillenta y superficie de
color ocre.
17. Ancha asa de pasta rojiza e interiormente gris, superficies
ocre más rosacea la exterior, y orificios que taladran toda la pieza.
18. Fragmento de pared de pasta marrón rojiza no uniforme,
superficie interna rojiza y externa grisácea con adornos de acanaladuras.
19. Fragmento de borde adornado con incisiones profundas y
angulosas.
20. Fragmento de pared de tosca pasta rojiza y superficies
ocres la exterior decorada con surcos.
21. Fragmento adornado con estrías de pasta
rosacea a igual superficie, pintado con líneas gris oscuro.
22. Fondo plano de pasta muy porosa y ligera terrosa
amarillenta y superficie de color algo más claro.
23. Fondo plano de pasta rojiza-gris y superficie ocre.
VALORACIÓN DEL
YACIMIENTO
Se da el caso de que en este montículo tan cercano a la
actual Sangüesa se han encontrado los restos más antiguos de la Romanización,
las cerámicas campanienses. Estratégicamente es un lugar bien situado para
controlar el paso del Aragón, no solamente en las épocas de las vías romanas,
que a los pies de este lugar pasaban, sino en épocas medievales y aun después,
en las guerras carlistas del siglo XIX.
Hemos de descartar el que en esta empinada ladera hubiera
una villa, y más bien la hipótesis que se puede aventurar es que los restos
romanos pertenezcan a alguna guarnición militar. Esta hipótesis de lugar
fortificado y de vigía en tiempos guerreros se confirma siglos después con la
fundación como hemos visto del poblado El Castellón al que pertenecen los
restos medievales.
(1). ALTADILL, J., Los despoblados, en "Bol. Com. Monumentos
de Navarra" n? 33, Pamplona, 1918, p. 34. ANCIL,M., Monografía de
Sangüesa, Pamplona, 1943, p. 61. VILLABRIGA, V., op.cit. págs. 67 y 68. Fuero
págs. 157-159. JIMENO JURIO, J.M?, Ermitas de Sangüesa, Navarra. Temas de
cultura popular, n? 193, págs. II y 12.